La resiliencia es aquella capacidad humana para enfrentar adversidades, aprender de ellas, superarlas y resurgir a pesar de cualquier circunstancia negativa, cambiando la concepción de la vida.

sábado, 21 de junio de 2014

Invictus - by William Ernest Henley


Out of the night that covers me,
      Black as the pit from pole to pole,
I thank whatever gods may be
      For my unconquerable soul.

In the fell clutch of circumstance
      I have not winced nor cried aloud.
Under the bludgeonings of chance
      My head is bloody, but unbowed.

Beyond this place of wrath and tears
      Looms but the Horror of the shade,
And yet the menace of the years
      Finds and shall find me unafraid.

It matters not how strait the gate,
      How charged with punishments the scroll,
I am the master of my fate,
      I am the captain of my soul.

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viernes, 20 de junio de 2014

Razones.



Si, la lástima también puede ser una razon..

               y si va acompañada del remordimiento..

el dúo aunque es lamentable, es justificable..


***

lunes, 24 de marzo de 2014

Neurociencia Cognitiva - Madurez del Neo-Còrtex Prefrontal


Hay personas que cerca de cumplir los 40 no asumen sus responsabilidades, y son incapaces de comprometerse, comportàndose como eterno adolescente. - continuamente manifiesta rabietas infantiles o enfados exagerados para conseguir lo que quiere.


 Detrás del «síndrome de Peter Pan» quizás no exista solo una persona caprichosa o una personalidad poco formada, sino que puede esconderse una explicación neurológica. Estudios del Instituto de Neurociencia Cognitiva de Londres sugieren que el cerebro continúa desarrollándose después de la infancia y la pubertad y que no está totalmente maduro hasta que superamos los 30 años, e incluso no alcanza su plenitud hasta cumplir los 40. Los hallazgos contradicen teorías previas que apuntaban a una maduración cerebral mucho más temprana.

Los resultados de la investigación, dirigida por la neurocientífica Sarah-Jayne Blakemore, sugieren que el córtex prefrontal es la zona que experimenta un período de desarrollo más prolongado. Esta región cerebral es importante para funciones cognitivas superiores como la planificación y la toma de decisiones. Además, juega un papel clave en el comportamiento social, la empatía y la interacción con otros individuos, y en ella residen algunos rasgos de la personalidad. La profesora Blakemore cree que la corteza prefrontal es en realidad “la parte del cerebro que nos hace humanos”, ya que una fuerte relación entre esta área cerebral y la personalidad de una persona. Su maduración no está relacionada con los cambios hormonales, sino con la edad y el aprendizaje.



La especialista explica que las imágenes de resonancia magnética tomadas a participantes de diversos estudios muestran que la zona del córtex continúa cambiando hasta que las personas alcanzan los 30 años de edad y, en algunos casos, incluso los 40 años. En su opinión, esta región comienza a cambiar durante la primera infancia, luego se reestructura al final de la adolescencia y tras esto no se detiene sino que sigue cambiando.

¿Qué es la corteza prefrontal?

Los mamíferos modernos, los primates, y algunos cetáceos tienen un cerebro mucho más desarrollado que los mamíferos primitivos, por lo cual, además de los sentimientos, manejan un proceso de mayor entendimiento, que está directamente relacionado con el desarrollo de la corteza cerebral, donde se encuentra uno de los mayores desarrollos del cerebro dentro de la escala evolutiva.


El Sistema Neocortical o neo-corteza, específicamente su región frontal, es el lugar donde se llevan a cabo esos procesos intelectuales superiores y nos capacita para adquirir conocimientos, desarrollar sociedades, culturas y tecnologías. La mayor parte de la corteza cerebral de los animales está comprometida con las funciones sensoriales y motoras, en el hombre sucede lo contrario: la mayor parte de su cerebro no está comprometida, sino que está disponible para la realización de un futuro no programado. La neocorteza se convierte en el foco principal de atención en las lecciones que requieren generación o resolución de problemas, análisis y síntesis de información, del uso del razonamiento, el pensamiento crítico y creativo.

Los estudios nos demuestran que esta zona cerebral tan ligada al razonamiento resulta ser la última en madurar.

El cerebro del adolescente

La utilización de técnicas de resonancia magnética nos ha suministrado información muy interesante acerca de los cambios que tienen lugar en el cerebro durante los años de la adolescencia. Los adolescentes son más impulsivos que los adultos y tienen una tendencia mayor a llevar a cabo conductas de riesgo, debido a que su cerebro es diferente. El cerebro del adolescente le lleva a realizar actividades impulsivas ya que dispone de una corteza prefrontal inmadura que no es capaz de planificar ni frenar este tipo de acciones. El ambiente hormonal propio de la pubertad produce cambios a nivel cerebral, en los años previos a la adolescencia se produce una disminución en la activación del circuito de la recompensa, por lo que ante ciertas conductas se producen menores tasas de liberación de dopamina. Este hecho propiciaría que los adolescentes tiendan a buscar conductas más arriesgadas. El adolescente se convierte en un animal sediento de emociones fuertes.


El adolescente por tanto no utiliza a plena capacidad la parte del cerebro que se encarga de considerar los sentimientos de otras personas. Al parecer, las redes neuronales que apoyan la toma de decisiones maduran de manera lenta, lo cual explicaría lo que se conoce como "típica actitud" de las personas en tránsito entre la niñez y la edad adulta. Los cerebros de los adolescentes trabajan de manera menos eficiente que los de los adultos. Esto se debería a que la parte del cerebro necesaria para resolver ciertos problemas o tareas se encuentra aún en desarrollo a estas edades. De hecho su cerebro se parece más al de los niños pequeños que al de los adultos maduros: tiene mayor cantidad de materia gris, pero una eficiencia más baja. El adolescente una vez convertido en un hombre o mujer sexualmente hablando aún vive en muchos aspectos en el estado de ánimo de la niñez, delante de él tiene un largo camino de maduración hacia el mundo de los adultos
            
Al final de la infancia el cerebro experimenta un aumento "desmesurado" de neuronas y de conexiones nerviosas, que se reduce durante la adolescencia. Esta "poda" neuronal, que culmina con el tránsito de la adolescencia a la edad adulta, se produce primero en la zona posterior del cerebro y por último en la corteza frontal, que es la que controla el razonamiento, la toma de decisiones, el control emocional y dota de prudencia nuestros comportamientos.

No todos los cerebros maduran al mismo ritmo

Cuando hablamos de madurez en términos absolutos, el tiempo desempeña un papel fundamental porque, al nacer, el ser humano no posee tantas neuronas ni conexiones sinápticas como al llegar a la edad adulta. Tampoco posee la experiencia vital necesaria para rellenar con información esas neuronas y modelar las sinapsis que le permiten pensar sobre ese entorno que ha conocido a través de la experiencia vital. La madurez psicológica es un proceso continuo, la persona no alcanza la madurez en un momento dado, es un proceso gradual.

Sin embargo, la madurez, como la inteligencia, puede variar mucho de un individuo a otro y eso hace que a veces una persona más joven tenga un comportamiento más maduro que otra de mayor edad. Nadie nace maduro. Nuestras experiencias, nuestra inteligencia, nuestra condición sexual y la manera como nuestros padres nos criaron contribuyen en la forma en que se configura nuestro caracter y desarrollo emocional. Una persona madura emocionalmente es un sujeto estable, que tolera la frustración, acepta la responsabilidad de sus propios actos sin escudarse en excusas o que tiene la suficiente amplitud mental para escuchar reflexivamente la opinión de otros. Para disponer de esa madurez emocional es imprescindible que nuestro neocortex cerebral tenga un adecuado grado de desarrollo.



Y no todos los cerebros siguen el mismo ritmo de evolución de cara a su madurez. Estudios paralelos a los de Blakemore realizados por Jay Giedd parecen confirmar el hecho de que las chicas alcancen antes la madurez cerebral que los chicos. Aunque aún no están claros los factores que determinan este fenómeno, Jay Giedd que condujo un estudio realizado durante 13 años a una amplia muestra de chicos y adolescentes de 4 a 26 años ha detectado que éste ocurre antes en las chicas que en los chicos, así por ejemplo el volumen cerebral en los chicos alcanza su tope hacia los 15 años, mientras en las chicas sucede casi a los 12 años. En términos de madurez cerebral según Giedd una joven llega a su plena madurez, según el desarrollo del cerebro, entre los 21 y 22 años de edad. En el caso de los chicos en cambio parece que el cerebro sigue desarrollandose y no alcanza su plena madurez, hasta los 30 años de edad.

Giedd también ha constatado que en los jóvenes más inteligentes (ya sean chicos o chicas) también se produce una maduración cerebral a edades más tempranas. El hallazgo demuestra que la así llamada "edad de la razón" no se alcanza a los 18 años, como generalmente se cree, sino bastantes años después y suele depender del individuo en concreto y también de su sexo. Los resultados de la investigación pueden explicar científicamente, entre otras cosas, por qué hay cuatro veces más accidentes de tránsito protagonizados por jóvenes que por adultos.


Según Giedd al margen de la inteligencia y las características de género un entorno enriquecido y unas actividades estimulantes pueden favorecer la maduración de la corteza prefrontal y de las capacidades autorregulatorias, pero también habría que destacar el papel del afecto parental durante la infancia y la adolescencia. Son numerosos los trabajos científicos, en los que se confirma la relación existente entre la negligencia parental y la falta de afecto en la infancia, y una mayor incidencia en etapas posteriores de problemas relacionados con el escaso autocontrol. Es bastante probable que las carencias afectivas impidan un desarrollo adecuado de la corteza prefrontal, lo que favorecería los comportamientos imprudentes, antisociales o las adicciones.

Todas estas evidencias que nos ofrece la neurociencia nos confirman por tanto que nuestro cerebro continúa desarrollándose después de la infancia y pubertad, y no está 100% "hecho" hasta que uno supera ampliamente los 30 años. Y de momento todas estas evidencias ya han propiciado, por poner solo un ejemplo, que los psicólogos del Reino Unido hayan "retrasado" la edad de finalización de la adolescencia a los 25 años de edad, a efectos de determinar la manera de administrar tratamientos a los jóvenes.

Según Blakemore, los últimos hallazgos podrían explicar por qué algunos adultos a veces actúan como adolescentes, sufriendo rabietas o cambios de ánimo bruscos cuando no logran salirse con la suya. También explicaría por qué algunas personas tienen dificultades para decidir, planificar y perseverar en las tareas que inician. Estas habilidades se conseguirían una vez que el cerebro se encuentra completamente maduro.

Bibl. "El Misterioso Funcionamiento del Cerebro Adolescente"